lunes, 26 de marzo de 2007

Una foto histórica

La imagen de esta mañana en la que aparecen sentados en la misma mesa Ian Paisley y Gerry Adams supone el punto y final a más de tres décadas de conlifcto en Irlanda del Norte. El pacto ha llegado con suspense, en el último día dado de plazo por el ejecutivo británico, a pesar de que se le había pedido prorrogar el plazo para negociar y haberlo denegado. Finalmente ha pesado más el sentido de la responsabilidad que las viejas rencillas, y todo queda pendiente de las negogiaciones con Martin McGuiness para contenido programático del futuro ejecutivo norirlandés, que se presentará a la opinión pública el próximo 8 de mayo. La obcecación del reverendo Paisley a punto ha estado de hacer descarrilar la iniciativa política en el Ulster, y concenar a la provincia a un futuro incierto con la paciencia de Londres y Dublin al límite. Los protagonistas cumplen escrupulosamente los Acuerdos de Viernes Santo, unos pactos cuyo contenido establecía que deben formar parte del gobierno al menos un partido protestante y uno unionista. A pesar de no haber firmado la Declaración de Stortmont y de haber sido un permanente deslegitimador de la misma, finalmente el Partido Democrático del Ulster (DUP) de Paisley ha acabado aceptando implícitamente el contenido de los Acuerdos de 1998. Los comicios del 7-M fueron claros, una vez más los partidos más radicales de ambas comunidades obtuvieron el mayor respaldo, lo que obligaba a católicos y protestantes a ponerse de acuerdo en la formación de un gobierno autonómico, aunque al final han pesado más las presiones y amenazas de Londres que el veredicto popular.

Se pone fin así al proceso de recuperación de la autonomía suspendida en 2002 por Tony Blair y al proceso de paz entre republicanos y unionistas, en el que el paso dado por el octogenario líder político del DUP era el único que faltaba, tras la declaración de desarme del IRA de julio de 2005, y la aceptación por parte del Sinn Fein de la acción política pacífica como la única válida. Ello reforzado con el reconocimiento por parte de Gerry Adams de la legitimidad de las fuerzas policiales y del poder judicial británicos destacados en el Ulster. Con estos intachables precedentes, a Paisley no le quedaba optra que mover ficha y permitir un futuro de estabilidad institucional y prosperidad económica y social para los seis condados del norte de Irlanda. Los sectores más tradicionalistas de ambas comunidades verán aún con recelos el pacto, pero se acabará imponiendo la lógica y superando los rencores por el bien común de la convivencia pacífica entre católicos y protestantes, entre republicanos y unionistas, tras más de 30 años de sufrimiento en el conflicto más sangrante de la Europa occidental en en siglo XX. Es a su vez, el mayor logro político en la carrera de Tony Blair, tras su fracaso en Irak y su última crisis diplomática con Irán.

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